
1959 - 2009
FAMILIA CALABRIANA
50 años de presencia en América Latina
CELEBRACIÓN MISIONERA
Ambientación
- Colocar la Biblia en un lugar central y destacado.
-En la medida de lo posible, escoger para este momento celebrativo un lugar donde el grupo esté dispuesto en círculo, en actitud de encuentro y participación.
-Realizar un cartel con la frase: “Vayan por el mundo entero y anuncien el Evangelio”.
-Colocar cerca de la Palabra un globo terráqueo, o disponer todos estos elementos sobre un mapamundi.
Introducción
Estamos celebrando como Familia Calabriana en América Latina, 50 años de presencia misionera y carismática. Una de las grandes gracias que el Señor nos ofrece en esta celebración es la oportunidad de crecer en la dimensión misionera de nuestro Carisma.
San Juan Calabria vivió, como parte de su espiritualidad y en todas sus acciones, un gran celo apostólico, que lo hacia exclamar: “Mi Iglesia! Mi Iglesia!”… o: “Todo el mundo es de Dios!”
Para poder ayudar a reflexionar y profundizar la importancia de la misión como parte irrenunciable de nuestra espiritualidad, ofrecemos seguidamente una propuesta de celebración, deseando que podamos vivir este cincuentenario de tal manera que esta gracia se prolongue después en una mayor calidad de vida religiosa y un mayor celo apostólico.
Un poco de historia
Algunos párrafos del “diario” de los primeros misioneros que llegaron a Salto en el año 1959 nos ayudarán a conocer mejor la historia y a comprender la experiencia vivida por ellos.
Estas crónicas deberían haber comenzado en el lejano enero pasado cuando el Reverendo Padre el día de la Epifanía de 1959 comunicaba a todos los Religiosos la noticia de la Misión en Salto y los nombres de los Religiosos que tomarían parte de esta primera expedición. Estos eran Don Gino Gatto (párroco de San Felipe en Roma), Don Luigi Piovan (Párroco de Maguzzano), Don Fermin Gamberini (Superior de la Casa de Costoza – Vicenza), Don Adelio Tomasin (Superior de la Casa de Roncá), Hno. Aldo Farina (de la Casa San Zeno in Monte), Hno. Guerrino Lavagnoli (de la Casa de Ferrara). Pero esta crónica debería encontrarse en la secretaría de las misiones de San Zeno in Monte.
Solo recuerdo, a título de crónica, que la entrega de los crucifijos fue hecha por Mons. Giuseppe Carraro, el domingo 14 de junio en forma privadísima en el dormitorio del Venerado Padre Juan transformada en capilla, antes de la celebración de la Santa Misa. Luego del Santo Evangelio el Obispo dirigió a los presentes una breve exhortación muy apropiada y que ya ha sido escrita y distribuida a todos los religiosos.
Agosto 18
Santa misa en la capilla de los Padres Oblatos, después desayuno. A las 8 partida para el puerto luego de haber agradecido a los buenos Padres por la cordial hospitalidad ofrecida… A las 9,30 arriba también el Padre Luis con Hno. Próspero, Hno. Nogaré y Hno Simonetto que permanecen con nosotros…. La partida es a las 13,05… Un recuerdo a todos nuestros seres queridos que dejamos, a nuestra familia, los sentimos muy vecinos en esta circunstancia y en este momento. Sentimos que el Señor nos sostiene en este sacrificio y estamos seguros que el mismo Señor los sostendrá a ellos en este momento y por todo el tiempo en que permanezcamos lejos…
Setiembre 7
Nos levantamos a las 4,30. Anticipamos media hora la celebración de la Santa Misa porque a las 7 será el desayuno y después debemos prepararnos para el desembarco...
Setiembre 8
Fiesta de la Natividad de María Virgen. Es la primera Santa Misa que celebramos en tierra Uruguaya, en nuestra tierra y la celebramos en honor de la Virgen Santísima. A ella le pedimos la ayuda para el nuevo trabajo…
Setiembre 12
Fiesta del Santo Nombre de María: nos levantamos a las 2,30. Un buen hermano de los Capuchinos nos ha preparado ya una buena taza de café con leche que tomamos gustosos antes de emprender el largo viaje... A las 3,30 el ómnibus parte y dejamos Montevideo, es de noche todavía… A las 11,15 llegamos a Salto, nos viene a buscar P. Gino con el auto y nos lleva al obispado donde S.E. el Obispo nos recibe. En el viaje P. Gino nos habla de aquello que la Providencia ha hecho en estos días en nuestra casa. Buenas personas se han interesado de nuestra venida, providenciando todo aquello necesario, con la delicadeza propia de una madre. De una de estas personas hemos escuchado la siguiente expresión realmente conmovedora: “queremos que nuestros misioneros sientan lo menos posible la lejanía de sus madres”. Cuanta bondad de parte del Señor…
Llegamos al Obispado. Encuentro conmovedor con S. E. nuestro Obispo. En la carta que nos envió a Montevideo el se proclama nuestro Padre. Y tiene para nosotros desde este primer encuentro delicadezas propias de un Padre!
A continuación la carta que Mons. Alfredo Viola le envió a los misioneros cuando estos arribaron a Montevideo:
Salto, setiembre 8 de 1959
A mis queridos Pobres Siervos de la Divina Providencia en el Uruguay!!
En plenos ejercicios espirituales que hago con un pequeño grupo de mis sacerdotes, recibo y contesto de inmediato el afectuoso saludo de Uds. al llegar al Uruguay, saludo lleno del espíritu sobrenatural que ha de regir nuestras vidas para que sean provechosas, y providencialmente contesto hoy, día de la Natividad de la Virgen María, lo que constituye una prenda de éxito.
También yo agradezco a Dios por la venida de Uds. a esta Diócesis que tanto necesita; y agradezco a los Superiores que pudiendo escoger lugares más altos, han querido elegir la pobreza y lo más abandonado para comenzar la “obra misionera”, siguiendo así la ruta marcada por el amado Don Calabria, y su “espíritu puro y genuino”.
Agradezco igualmente esta primera manifestación de adhesión vuestra a este pobre obispo, que aunque indigno, ocupará desde hoy el lugar de vuestro Padre D. Luis para ayudaros, como me pedís y es mi deber, a cumplir los “dissegni dell’ora attuale” que vió Don Giovanni, pero sobre todo para que conservéis y viváis intensamente el “espíritu puro y genuino” de la Obra delos Pobres Siervos de la Divina Providencia.
Con los brazos abiertos os recibiremos, Dios mediante, el próximo sábado, 12 de setiembre; de nuevo fiesta de nuestra Madre Celestial, y sólo os pido que me consideréis como vuestro padre y acudáis a mi con confianza de hijos. Unidos así sobrenaturalmente cumpliremos los “designios” de Dios en esta hora en bien de las almas abandonadas.
Mientras llegáis os envío mi más afectuosa bendición y pido para vosotros, para toda la Congregación y para los vuestros que generosamente dejásteis por Dios las mejores gracias por intercesión de Jesús y María.
Mons. Alfredo Viola
- obispo de Salto -
Escuchando la Palabra: Mt 28, 16-20
- Alguien del grupo proclama la Palabra.
- Leer nuevamente de manera espontánea por versículos.
- Se puede hacer una lectura en eco, repitiendo palabras y expresiones marcantes, de manera que la Palabra continúe “resonando” en el grupo.
Para reflexionar
Las palabras de Jesús después de la resurrección constituyen un mandato misionero dirigido a toda la Iglesia: ir por el mundo como testigos del Señor Resucitado y proclamar lo que vieron y oyeron.
De hecho, la vocación misionera tiene su fundamento en el encuentro con el Señor resucitado, como sucedió con los primeros misioneros y seguidores. Jesús nos envía a anunciar y dar testimonio de lo que vimos, oímos y vivenciamos de Su persona y de sus enseñanzas. Y garantiza su presencia entre nosotros “hasta el fin del mundo”. Solamente el encuentro personal con el Señor nos da autoridad para anunciar la Palabra en Su nombre, porque somos discípulos, enviados. Nosotros no inventamos nada, recibimos el mandato de anunciar las palabras y el estilo de vida del Maestro, al cual nosotros, en primer lugar adherimos. Este es precisamente el sentido teológico de la vida interior y de la oración como sustento de la actividad misionera.
Don Calabria vivió intensamente esta dimensión de la fe y de la vocación cristiana. De hecho, en sus escritos encontramos palabras análogas a las de Jesús a sus discípulos:
“De poco sirve nuestra actividad si estamos fuera del campo sobrenatural, si no nos conformamos continuamente a la voluntad de Dios… La “atmósfera” de Dios, en la que debemos trabajar, es la de la fe, de la gracia y de la oración. No nos dejemos atrapar por cierta mentalidad que prefiere una atmósfera de racionalidad, de activismo y de adecuación al mundo”. [1]
“Oh, qué gracia, qué don el Señor les ha concedido dándoles la vocación misionera! Es ésta una gracia, es un don que sólo en la eternidad, en el lecho de muerte, podrán entender un poco.
Mis queridos y amados hermanos, traten de estimar y amar mucho su vocación, viviendo como verdaderos, como santos misioneros, dignos hijos y dignos seguidores del primer misionero divino, Cristo Jesús! Su vida y su divina ley deben ser el código de su vida religiosa y en los momentos de prueba, en los momentos de oscuridad, que sin duda no han de faltar, su pensamiento debe elevarse hacia Jesús. Fe, gran fe en Él, en sus palabras, en sus mandamientos”..[2]
Algunas preguntas que nos pueden ayudar en nuestra reflexión:
- ¿Qué nos llama la atención de este texto?
- ¿Cuál es la esencia de la vida misionera, lo que la sustenta y alimenta?
- ¿Qué relación encontramos entre las palabras de Jesús y la venida de los primeros misioneros a América Latina?
- ¿Qué experiencia de la Providencia como madre y padre hicieron los primeros misioneros?
Oración:
1. Pidamos confiados al Señor que aumente en nosotros el espíritu apostólico, el deseo de que la Buena Noticia llegue a todos. Lo hacemos invocando a María, Dueña de la Obra y Reina de los Apóstoles.
Todos: Reina de los apóstoles, intercede por nosotros!
- Por la actividad misionera de nuestra Obra…
- Por los pueblos a los que aún no llegó el anuncio del Evangelio…
- Por los hermanos y hermanas de la Obra, que sirven al Señor en tierras de misión…
- Para que nuestros formandos y fomandas crezcan con una fuerte sensibilidad misionera…
- Para que vivamos la espiritualidad misionera en cada acontecimiento…
- Por las comunidades cristianas que viven su fe en países sin libertad religiosa, o con regímenes políticos que impiden o dificultan las expresiones religiosas…
- Por los Hermanos y Hermanas que hoy continúan la misión iniciada en 1959 por los primeros misioneros en Uruguay…
2. Rezamos juntos la “Oración Misionera”
ORACIÓN MISIONERA
Dios, Padre nuestro, mientras
celebramos el cincuentenario
de presencia de la Obra en América Latina,
te agradecemos por los primeros misioneros
que aquí llegaron con total abandono en la Divina Providencia
y llenos de fe y confianza en Tí.
La celebración de este acontecimiento nos haga
“retornar a Galilea” y nos ayude a vivir, con renovado
ardor misionero, el espíritu de familia,
la caridad, la fe, la confianza
y el abandono en la Divina Providencia.
Como discípulos misioneros, podamos asumir,
en comunión con toda la Obra,
nuestra profecía en el mundo de hoy.
Derrama sobre nosotros tu Espíritu Santo innovador,
que nos fortalezca en nuestra esperanza
y en nuestro camino hacia un mundo
más humano y fraterno.
Por la intercesión de San Juan Calabria, nuestro Padre espiritual,
y la protección de María, Dueña de la Obra,
bendice a toda la Familia Calabriana.
Amén.
[1] S. JUAN CALABRIA, Cartas a los Religiosos, 18 noviembre 1952.
[2] S. JUAN CALABRIA, Carta a los Religiosos, 26 marzo 1935.
50 años de presencia en América Latina
CELEBRACIÓN MISIONERA
Ambientación
- Colocar la Biblia en un lugar central y destacado.
-En la medida de lo posible, escoger para este momento celebrativo un lugar donde el grupo esté dispuesto en círculo, en actitud de encuentro y participación.
-Realizar un cartel con la frase: “Vayan por el mundo entero y anuncien el Evangelio”.
-Colocar cerca de la Palabra un globo terráqueo, o disponer todos estos elementos sobre un mapamundi.
Introducción
Estamos celebrando como Familia Calabriana en América Latina, 50 años de presencia misionera y carismática. Una de las grandes gracias que el Señor nos ofrece en esta celebración es la oportunidad de crecer en la dimensión misionera de nuestro Carisma.
San Juan Calabria vivió, como parte de su espiritualidad y en todas sus acciones, un gran celo apostólico, que lo hacia exclamar: “Mi Iglesia! Mi Iglesia!”… o: “Todo el mundo es de Dios!”
Para poder ayudar a reflexionar y profundizar la importancia de la misión como parte irrenunciable de nuestra espiritualidad, ofrecemos seguidamente una propuesta de celebración, deseando que podamos vivir este cincuentenario de tal manera que esta gracia se prolongue después en una mayor calidad de vida religiosa y un mayor celo apostólico.
Un poco de historia
Algunos párrafos del “diario” de los primeros misioneros que llegaron a Salto en el año 1959 nos ayudarán a conocer mejor la historia y a comprender la experiencia vivida por ellos.
Estas crónicas deberían haber comenzado en el lejano enero pasado cuando el Reverendo Padre el día de la Epifanía de 1959 comunicaba a todos los Religiosos la noticia de la Misión en Salto y los nombres de los Religiosos que tomarían parte de esta primera expedición. Estos eran Don Gino Gatto (párroco de San Felipe en Roma), Don Luigi Piovan (Párroco de Maguzzano), Don Fermin Gamberini (Superior de la Casa de Costoza – Vicenza), Don Adelio Tomasin (Superior de la Casa de Roncá), Hno. Aldo Farina (de la Casa San Zeno in Monte), Hno. Guerrino Lavagnoli (de la Casa de Ferrara). Pero esta crónica debería encontrarse en la secretaría de las misiones de San Zeno in Monte.
Solo recuerdo, a título de crónica, que la entrega de los crucifijos fue hecha por Mons. Giuseppe Carraro, el domingo 14 de junio en forma privadísima en el dormitorio del Venerado Padre Juan transformada en capilla, antes de la celebración de la Santa Misa. Luego del Santo Evangelio el Obispo dirigió a los presentes una breve exhortación muy apropiada y que ya ha sido escrita y distribuida a todos los religiosos.
Agosto 18
Santa misa en la capilla de los Padres Oblatos, después desayuno. A las 8 partida para el puerto luego de haber agradecido a los buenos Padres por la cordial hospitalidad ofrecida… A las 9,30 arriba también el Padre Luis con Hno. Próspero, Hno. Nogaré y Hno Simonetto que permanecen con nosotros…. La partida es a las 13,05… Un recuerdo a todos nuestros seres queridos que dejamos, a nuestra familia, los sentimos muy vecinos en esta circunstancia y en este momento. Sentimos que el Señor nos sostiene en este sacrificio y estamos seguros que el mismo Señor los sostendrá a ellos en este momento y por todo el tiempo en que permanezcamos lejos…
Setiembre 7
Nos levantamos a las 4,30. Anticipamos media hora la celebración de la Santa Misa porque a las 7 será el desayuno y después debemos prepararnos para el desembarco...
Setiembre 8
Fiesta de la Natividad de María Virgen. Es la primera Santa Misa que celebramos en tierra Uruguaya, en nuestra tierra y la celebramos en honor de la Virgen Santísima. A ella le pedimos la ayuda para el nuevo trabajo…
Setiembre 12
Fiesta del Santo Nombre de María: nos levantamos a las 2,30. Un buen hermano de los Capuchinos nos ha preparado ya una buena taza de café con leche que tomamos gustosos antes de emprender el largo viaje... A las 3,30 el ómnibus parte y dejamos Montevideo, es de noche todavía… A las 11,15 llegamos a Salto, nos viene a buscar P. Gino con el auto y nos lleva al obispado donde S.E. el Obispo nos recibe. En el viaje P. Gino nos habla de aquello que la Providencia ha hecho en estos días en nuestra casa. Buenas personas se han interesado de nuestra venida, providenciando todo aquello necesario, con la delicadeza propia de una madre. De una de estas personas hemos escuchado la siguiente expresión realmente conmovedora: “queremos que nuestros misioneros sientan lo menos posible la lejanía de sus madres”. Cuanta bondad de parte del Señor…
Llegamos al Obispado. Encuentro conmovedor con S. E. nuestro Obispo. En la carta que nos envió a Montevideo el se proclama nuestro Padre. Y tiene para nosotros desde este primer encuentro delicadezas propias de un Padre!
A continuación la carta que Mons. Alfredo Viola le envió a los misioneros cuando estos arribaron a Montevideo:
Salto, setiembre 8 de 1959
A mis queridos Pobres Siervos de la Divina Providencia en el Uruguay!!
En plenos ejercicios espirituales que hago con un pequeño grupo de mis sacerdotes, recibo y contesto de inmediato el afectuoso saludo de Uds. al llegar al Uruguay, saludo lleno del espíritu sobrenatural que ha de regir nuestras vidas para que sean provechosas, y providencialmente contesto hoy, día de la Natividad de la Virgen María, lo que constituye una prenda de éxito.
También yo agradezco a Dios por la venida de Uds. a esta Diócesis que tanto necesita; y agradezco a los Superiores que pudiendo escoger lugares más altos, han querido elegir la pobreza y lo más abandonado para comenzar la “obra misionera”, siguiendo así la ruta marcada por el amado Don Calabria, y su “espíritu puro y genuino”.
Agradezco igualmente esta primera manifestación de adhesión vuestra a este pobre obispo, que aunque indigno, ocupará desde hoy el lugar de vuestro Padre D. Luis para ayudaros, como me pedís y es mi deber, a cumplir los “dissegni dell’ora attuale” que vió Don Giovanni, pero sobre todo para que conservéis y viváis intensamente el “espíritu puro y genuino” de la Obra delos Pobres Siervos de la Divina Providencia.
Con los brazos abiertos os recibiremos, Dios mediante, el próximo sábado, 12 de setiembre; de nuevo fiesta de nuestra Madre Celestial, y sólo os pido que me consideréis como vuestro padre y acudáis a mi con confianza de hijos. Unidos así sobrenaturalmente cumpliremos los “designios” de Dios en esta hora en bien de las almas abandonadas.
Mientras llegáis os envío mi más afectuosa bendición y pido para vosotros, para toda la Congregación y para los vuestros que generosamente dejásteis por Dios las mejores gracias por intercesión de Jesús y María.
Mons. Alfredo Viola
- obispo de Salto -
Escuchando la Palabra: Mt 28, 16-20
- Alguien del grupo proclama la Palabra.
- Leer nuevamente de manera espontánea por versículos.
- Se puede hacer una lectura en eco, repitiendo palabras y expresiones marcantes, de manera que la Palabra continúe “resonando” en el grupo.
Para reflexionar
Las palabras de Jesús después de la resurrección constituyen un mandato misionero dirigido a toda la Iglesia: ir por el mundo como testigos del Señor Resucitado y proclamar lo que vieron y oyeron.
De hecho, la vocación misionera tiene su fundamento en el encuentro con el Señor resucitado, como sucedió con los primeros misioneros y seguidores. Jesús nos envía a anunciar y dar testimonio de lo que vimos, oímos y vivenciamos de Su persona y de sus enseñanzas. Y garantiza su presencia entre nosotros “hasta el fin del mundo”. Solamente el encuentro personal con el Señor nos da autoridad para anunciar la Palabra en Su nombre, porque somos discípulos, enviados. Nosotros no inventamos nada, recibimos el mandato de anunciar las palabras y el estilo de vida del Maestro, al cual nosotros, en primer lugar adherimos. Este es precisamente el sentido teológico de la vida interior y de la oración como sustento de la actividad misionera.
Don Calabria vivió intensamente esta dimensión de la fe y de la vocación cristiana. De hecho, en sus escritos encontramos palabras análogas a las de Jesús a sus discípulos:
“De poco sirve nuestra actividad si estamos fuera del campo sobrenatural, si no nos conformamos continuamente a la voluntad de Dios… La “atmósfera” de Dios, en la que debemos trabajar, es la de la fe, de la gracia y de la oración. No nos dejemos atrapar por cierta mentalidad que prefiere una atmósfera de racionalidad, de activismo y de adecuación al mundo”. [1]
“Oh, qué gracia, qué don el Señor les ha concedido dándoles la vocación misionera! Es ésta una gracia, es un don que sólo en la eternidad, en el lecho de muerte, podrán entender un poco.
Mis queridos y amados hermanos, traten de estimar y amar mucho su vocación, viviendo como verdaderos, como santos misioneros, dignos hijos y dignos seguidores del primer misionero divino, Cristo Jesús! Su vida y su divina ley deben ser el código de su vida religiosa y en los momentos de prueba, en los momentos de oscuridad, que sin duda no han de faltar, su pensamiento debe elevarse hacia Jesús. Fe, gran fe en Él, en sus palabras, en sus mandamientos”..[2]
Algunas preguntas que nos pueden ayudar en nuestra reflexión:
- ¿Qué nos llama la atención de este texto?
- ¿Cuál es la esencia de la vida misionera, lo que la sustenta y alimenta?
- ¿Qué relación encontramos entre las palabras de Jesús y la venida de los primeros misioneros a América Latina?
- ¿Qué experiencia de la Providencia como madre y padre hicieron los primeros misioneros?
Oración:
1. Pidamos confiados al Señor que aumente en nosotros el espíritu apostólico, el deseo de que la Buena Noticia llegue a todos. Lo hacemos invocando a María, Dueña de la Obra y Reina de los Apóstoles.
Todos: Reina de los apóstoles, intercede por nosotros!
- Por la actividad misionera de nuestra Obra…
- Por los pueblos a los que aún no llegó el anuncio del Evangelio…
- Por los hermanos y hermanas de la Obra, que sirven al Señor en tierras de misión…
- Para que nuestros formandos y fomandas crezcan con una fuerte sensibilidad misionera…
- Para que vivamos la espiritualidad misionera en cada acontecimiento…
- Por las comunidades cristianas que viven su fe en países sin libertad religiosa, o con regímenes políticos que impiden o dificultan las expresiones religiosas…
- Por los Hermanos y Hermanas que hoy continúan la misión iniciada en 1959 por los primeros misioneros en Uruguay…
2. Rezamos juntos la “Oración Misionera”
ORACIÓN MISIONERA
Dios, Padre nuestro, mientras
celebramos el cincuentenario
de presencia de la Obra en América Latina,
te agradecemos por los primeros misioneros
que aquí llegaron con total abandono en la Divina Providencia
y llenos de fe y confianza en Tí.
La celebración de este acontecimiento nos haga
“retornar a Galilea” y nos ayude a vivir, con renovado
ardor misionero, el espíritu de familia,
la caridad, la fe, la confianza
y el abandono en la Divina Providencia.
Como discípulos misioneros, podamos asumir,
en comunión con toda la Obra,
nuestra profecía en el mundo de hoy.
Derrama sobre nosotros tu Espíritu Santo innovador,
que nos fortalezca en nuestra esperanza
y en nuestro camino hacia un mundo
más humano y fraterno.
Por la intercesión de San Juan Calabria, nuestro Padre espiritual,
y la protección de María, Dueña de la Obra,
bendice a toda la Familia Calabriana.
Amén.
[1] S. JUAN CALABRIA, Cartas a los Religiosos, 18 noviembre 1952.
[2] S. JUAN CALABRIA, Carta a los Religiosos, 26 marzo 1935.